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Quiero crear un proyecto de intervención social. ¿Por dónde empiezo?

Después de un largo tiempo desempeñando funciones de atención directa a personas usuarias, son muchos los perfiles profesionales que acumulan suficiente experiencia como para poder aventurarse a proponer soluciones, aunque sean parciales, a las problemáticas sociales con las que se enfrentan diariamente. Si estás leyendo esto, posiblemente te encuentres en este punto como trabajador/a social, educador/a social, psicólogo/a, pedagogo/a o cualquier otro rol profesional que desempeñes desde el ámbito social.

No pueden detallarse en unos pocos párrafos todos los pasos, recomendaciones y advertencias que podrías considerar en este proceso que vas a iniciar; pero sí podemos destacar aspectos esenciales en esta primera etapa en la que construyes los cimientos de tu proyecto.

No tengas prisa ni permitas que te impongan un calendario poco realista para el diseño del proyecto.

Imagínate construyendo una bonita casa, pero sin dedicarle el tiempo necesario a los cimientos: todo el esfuerzo que invertirías en la construcción para que se acabase derrumbando a los pocos meses. Y lo que es peor; con personas dentro. En otras ocasiones, los constructores no son conscientes de los riesgos y es en una inspección por parte de terceros cuando se obliga a desalojar el edificio para garantizar la seguridad de todas las personas. Estoy seguro que no quieres encontrarte en esa situación; por el daño que se puede ocasionar a otras personas, por la pérdida en la inversión en recursos (económicos y humanos) y por el descrédito profesional que te podría suponer.

Lo que mal empieza, mal acaba.

Queda claro que iniciar el diseño de un proyecto no es tarea que pueda desempeñarse sin el suficiente cuidado. Así que vamos a dejar claros algunos requisitos previos, para empezar bien.

  1. Un diagnóstico social.

Debemos partir de un posicionamiento realista y humilde; tenemos un conocimiento parcelado sobre cualquier problemática social. Y eso no es suficiente. No importa que lleves diez, veinte o treinta años trabajando en el servicio: el conocimiento adquirido desde la intervención no ha sido a partir de una metodología rigurosa para llegar a explicaciones exentas de errores.

Lo que para ti es un 6, para otra persona puede ser un 9. Pero quizá deberíamos preguntar a quien dibujó el número. Toda realidad es realidad interpretada, pero vamos a intentar hacer una interpretación lo más rigurosa posible, desde el punto de vista científico, y lo más inclusiva posible, recogiendo como mínimo la voz de las personas afectadas. Se trata de diagnosticar la realidad social. Seguro que no te gustaría que te operaran en el hospital sin tener previamente un diagnóstico: el mismo rigor merecemos cualquier ciudadano por parte de las políticas, los servicios y los proyectos sociales.

  1. Planificación.

Un error clásico es iniciar un proyecto sin calendarización inicial ni previsión de recursos. En este escenario, pasado un tiempo dejarás todo el trabajo realizado en el olvido porque no mediste correctamente los esfuerzos que iban a ser necesarios. Tiempo perdido, y en ocasiones también dinero. Y sin tratar aquí como estos fracasos pueden afectar a nuestra autoestima e impedir futuras acciones innovadoras o promotoras de cambio social.

Tómate el tiempo necesario para identificar todas las fases y las tareas. Esta planificación debe ser realista y tener en cuenta posibles contratiempos. Esta planificación te va a ayudar a medir esfuerzos, para no quedarte a mitad de carrera sin llegar a la meta. Te servirá, por otra parte, como un semáforo que indica en todo momento si estás en el punto adecuado de tu trabajo de diseño del proyecto o debes hacer algún esfuerzo extra.

La planificación puede modificarse durante el proceso, pero no suele ser un buen indicador si aumentar los tiempos en alguna fase implica reducir aquel que estimaste necesario para realizar otra. Además, si adquieres un compromiso con otra persona o con la institución para la entrega del proyecto; un retraso no ofrecerá una buena imagen de ti.

  1. Olvida tu futuro proyecto.

Con demasiada frecuencia se elabora una planificación y diagnóstico previo a modo de ritual; indistintamente de a dónde lleven se acaba proponiendo el proyecto de intervención que ya se había imaginado de inicio. O incluso se diseña y se manipulan los resultados del diagnóstico para acabar justificando esa idea inicial de proyecto.

No lo hagas. No es ético, no es respetuoso con las personas afectadas por la problemática social, puede suponer un derroche de recursos públicos que no se destinan a acciones mejor fundamentadas, más eficientes y más efectivas, y solo servirá para tu ego. No estarás dando respuesta a una necesidad de la ciudadanía; estarás dando respuesta a una necesidad profesional de tener reconocimiento y puesto de trabajo. Una correcta evaluación del proyecto demostrará que se ha cometido este error garrafal en el diseño.

Cuando realices el diagnóstico ya se verá hacia donde llevan las conclusiones. Éstas te indicarán que intervención es la más adecuada. Incluso pueden indicar que no es necesaria una intervención, o que la respuesta ya existe y simplemente debe mejorarse.

Ahora en este punto, lo siguiente será conocer como realizar un diagnóstico social y la planificación.